ENTREVISTAS Dra. Carmen Suárez

NOTICIAS

ENTREVISTAS


Carmen Suárez, Unidad de Lípidos del Hospital de la Princesa (Madrid).

"La falta de ejercicio físico y la dieta inadecuada son los dos hábitos principales y más extendidos de riesgo cardiovascular”

FECHA DE PUBLICACIÓN: 09/05/2023

De izquierda a derecha: 

Dra. Iluminada García Polo - Dra. Alejandra Gullón

Dra. Carmen Suárez - Enfermera Patricia Ibáñez - Dr. Pedro Pablo Casado

“Lo mismo que revisamos el tratamiento y la adherencia, debemos incluir en nuestras rutinas de consulta la revisión del estilo de vida de los pacientes”

La Dra. Carmen Suárez está al frente de la Unidad de Lípidos (UL) del Hospital de la Princesa, muy recientemente homologada por la SEA. Esta consulta, formada por 4 médicos internistas y una enfermera, atiende a más de 2.000 pacientes al año, tanto en prevención cardiovascular primaria como secundaria. El objetivo de este equipo es ofrecer una atención al paciente desde una visión general del control de todos sus factores de riesgo, e insistir en la importancia de incorporar un estilo de vida saludable, que salva vidas. Además, se plantean otro reto muy concreto: mejorar la atención del paciente con enfermedad arterial periférica, de muy alto riesgo y no siempre identificado. 

¿Desde cuándo funciona la UL?


C.S. En el Hospital de la Princesa, en el servicio de Medicina Interna, tenemos una larga trayectoria en el tratamiento y la prevención de la enfermedad vascular. Empezamos hace 30 años, formando una Unidad de Riesgo que se ha ido ampliando a lo largo de los años. Al principio, empezamos siendo referentes para hipertensión, posteriormente para diabetes y dislipemia y, desde hace unos 10 años, funcionamos como una unidad de riesgo vascular que ofrece un abordaje global de la enfermedad vascular. Nuestra Unidad está homologada por la Sociedad de Medicina Interna como SEMI- EXCELENTE, reconocida por su actividad asistencial, docente e investigadora. Y a este reconocimiento acabamos de obtener la homologación por parte de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA), con la que siempre hemos tenido muy buena relación, y nos parecía que podíamos contribuir aportando nuestra experiencia al Registro de Dislipemias de la SEA.

¿Cuántos profesionales, y de qué especialidades, componen de forma fija su UL?


C.S. Somos cuatro médicos internistas: la Dra. García Polo, que es la persona de referencia para las hipercolesterolemias familiares; la Dra. Alejandra Guyón, el Dr. Pedro Pablo Casado y yo misma. Contamos con dos enfermeras, una de ellas, Patricia Ibáñez, lleva con nosotros más de 20 años, encargándose actualmente de los ensayos clínicos. Al margen de este equipo fijo de 5 personas, participan residentes internistas de nuestro hospital y también de otras especialidades, así como residentes de otros hospitales que vienen a pasar períodos de formación con nosotros.

¿Cuál es su paciente tipo y desde dónde llega a la UL?


C.S. El paciente puede llegar a nosotros derivado desde otras consultas especializadas de nuestro hospital, como Cardiología o Neurología, porque padece dislipemia, hipertensión o diabetes. O para realizar una prevención secundaria tras un infarto de miocardio o un ictus. Muchos nos llegan también desde la Atención Primaria, ya que somos la Unidad de referencia de nuestra área sanitaria para lípidos e hipertensión.


Abordamos la atención al paciente con una visión general. Nuestro espectro es amplio, y nuestro objetivo es la prevención vascular global. Fundamentalmente, en cuanto al abordaje lipídico, tenemos dos perfiles destacados de pacientes: el paciente al que han detectado una alteración en su perfil lipídico en la analítica, y el paciente de alto riesgo cardiovascular, bien por haber ya sufrido un evento o porque presenta diversos factores de riesgo al mismo tiempo. 

¿El objetivo principal de la UL es el asistencial, o también el investigador y docente?


C.S. Cumplimos las tres grandes funciones. La asistencial es la que nos ocupa la mayor parte del tiempo. Pero realizamos actividad docente con estudiantes de medicina en pregrado, con residentes que rotan por la Unidad, y también realizamos actividad investigadora. Desde el principio hemos tenido una participación importante sobre todo en el campo de los ensayos clínicos multicéntricos, de morbimortalidad, ensayando moléculas que hoy constituyen fármacos claves para el tratamiento y prevención de la enfermedad vascular.  En este campo tenemos una amplia experiencia, y hemos desarrollado investigación propia en forma de publicaciones y tesis doctorales (más de 20 dirigidas).

Dentro del objetivo asistencial, no solo se incluye el tratamiento a los pacientes sino que la prevención juega un papel importante. ¿Cómo abordan la educación en la prevención cardiovascular?


C.S. Todo paciente de nuestra UL, en primer lugar, pasa por consulta con nuestra enfermera, que tiene una amplia formación en salud cardiovascular. Allí se evalúan todos sus parámetros: presión arterial, perímetro abdominal, peso, índice de masa corporal... Se valora el tratamiento que esté haciendo en ese momento, la adherencia, posibles efectos secundarios... Y se revisa detalladamente su estilo de vida para identificar los aspectos que son mejorables e intentar corregirlos. Gran parte de esta visita de enfermería, de hecho, se centra en la educación sanitaria para la salud. 


Posteriormente, el paciente pasa a la consulta médica donde, en base a la visita de enfermería, tratamos de reforzar los mensajes en los aspectos preventivos que creemos que debe corregir y modificamos las prescripciones farmacológicas, si indicadas.

¿Existe un patrón identificado de malos hábitos que afectan a la salud cardiovascular?


C.S. La falta de práctica de ejercicio físico y la dieta inadecuada son los dos factores principales y más extendidos. Con toda la dificultad que acarrea, es casi más fácil deshabituarse al tabaco que cambiar la forma de comer, o incluir en la vida cotidiana la práctica de ejercicio. La obesidad y el sedentarismo son dos aspectos muy importantes en los que tenemos que intervenir. El patrón alimenticio, en general, es muy malo porque hay mucho consumo de alimentos ultraprocesados, mucha falta de alimentos naturales, como fruta y verdura. Hay muchísimo consumo de bebidas azucaradas, que se está convirtiendo en un problema muy grave. Todo ello, unido a la falta de ejercicio, es una combinación terrible. También hay un consumo excesivo de alcohol, que va muy ligado a los malos hábitos alimentarios.

De acuerdo a lo que nos cuenta, que los españoles sigamos la Dieta Mediterránea es, en realidad, un mito...


C.S. Desafortunadamente, es así. Y curiosamente, hay estudios que nos indican que, precisamente, las zonas de nuestro país que están en la costa mediterránea son las que presentan una mayor prevalencia de enfermedad cardiovascular. En estas zonas, donde previsiblemente debería haber una mayor tradición de Dieta Mediterránea, no la hay. Creo que influyen muchas cosas: hemos dejado de cocinar porque tenemos mucha prisa y tiramos de comida precocinada, abrimos bolsas o paquetes y sacamos raciones. Comemos cuando podemos, sin respetar un horario e incluso sin sentarnos, etc. Este estilo de vida nos lleva a comer mal y es el aspecto fundamental en el que habría que incidir desde la infancia, si realmente queremos prevenir la enfermedad cardiovascular.

“Es más fácil ser adherente al tratamiento con fármacos que cambiar el estilo de vida”

¿En los pacientes de prevención primaria cuesta más concienciar de ello o también hay dificultad entre los paciente de prevención secundaria?


C.S. Aunque parezca mentira, tampoco es fácil entre los pacientes que ya han sufrido algún evento cardiovascular. Es más fácil ser adherente a un tratamiento con medicación que a un cambio de estilo de vida. Sin embargo, hay múltiples estudios que demuestran que un año después de haber sufrido un evento grave, los pacientes han abandonado su tratamiento farmacológico. Si hacen esto, que normalmente se considera prioritario, qué no harán respecto al estilo de vida. Este es el gran reto que tenemos. Es mucho más difícil modificar el estilo de vida que conseguir una correcta adherencia a un tratamiento farmacológico. Es una carrera de fondo a lo largo de la cual hay que bombardear y repetir el mensaje desde muchos lugares: escuela, hogar, medios, redes sociales, consultorios médicos, etc. Y lo mismo que revisamos el tratamiento y la adherencia, debemos incluir en nuestras rutinas de consulta la revisión del estilo de vida de los pacientes, y ayudarles y darles pautas para que puedan corregir lo que es necesario para proteger su salud y calidad de vida.

¿Se podría dar el caso, con algunos pacientes, de que si siguieran pautas de estilo de vida saludable, ello fuera suficiente y les permitiera abandonar el tratamiento farmacológico? ¿O una persona con una dislipemia o que ha sufrido algún evento deberá medicarse de por vida?


C.S. Si es un paciente de algo riesgo, que ya ha tenido un evento, no va a poder abandonar nunca la medicación. Ahora bien, pacientes que no han tenido eventos ni lesión de órganos diana, muchos de ellos, por ejemplo, con síndromes metabólicos asociados a obesidad que no padecen una dislipemia severa, si modifican precozmente su estilo de vida antes de sufrir daño orgánico, podrían no requerir tratamiento farmacológico. 

“El patrón alimenticio, en general, es muy mejoprable, por el alto consumo de alimentos ultraprocesados y escaso consumo de alimentos naturales”

¿Cuál sería la receta concreta, respecto al estilo de vida, que ustedes dan a sus pacientes?


C.S. Les damos normalmente información por escrito donde se recoge lo que pueden y lo que no deben comer, y el tipo de ejercicio que les conviene. De forma general, buenas recomendaciones son el abandono del hábito tabáquico y, si tiene sobrepeso, tratar de perder peso. Realizar 3 horas de ejercicio semanales, que combinen ejercicio aeróbico con ejercicio de resistencia. Y, en cuanto a la dieta, no comer alimentos procesados, dieta rica en verduras y fruta, aceite de oliva, priorizando alimentos integrales, y mejor pescado que carne. Evitar los alimentos fritos, cocinar a la plancha o al horno, y tomar lácteos desnatados o semidesnatados, limitando los quesos curados y los embutidos. Eliminar las bebidas edulcoradas. Limitación de la cantidad de alcohol. E incorporar algunos frutos secos.

En este momento, ¿qué objetivos persiguen desde su UL? ¿Cuáles son los principales retos?


C.S. Nuestro objetivo general es que los pacientes que pasen por la Unidad obtengan una buena educación para la salud en cuanto a estilo de vida. Que identifiquemos y corrijamos todos los factores de riesgo. Y que, por tanto, nuestros pacientes estén en condiciones óptimas, según los parámetros que hoy tenemos como válidos de acuerdo a las guías clínicas de prevención cardiovascular. 


Tenemos también un objetivo reto, que es mejorar la atención del paciente con enfermedad arterial periférica, identificándolo y tratándolo adecuadamente; ya que se trata de un paciente de muy alto riesgo, y por ello es al que más podemos ayudar si lo tratamos. Sin embargo, a veces no  se le controla tanto como el paciente que ha padecido infarto o ictus. 

¿En qué consiste esta patología?


C.S. Es la manifestación más severa de la enfermedad arterioesclerótica , porque indica afectación de múltiples territorios. Ocurre, por ejemplo, cuando la arteriosclerosis obstruye los vasos de las extremidades inferiores, provocando una falta de riego que, en situaciones extremas, puede ocasionar incluso la amputación. Es una patología muy severa y que cuando se manifiesta, significa que también hay placas en muchos otros sitios: en los vasos del corazón, en las carótidas…, etc... Este tipo de paciente se beneficiaría muchísimo de controlar su perfil lipídico, de bajar su LDL, que es una medida que se ha demostrado fundamental para prevenir complicaciones. Y este tipo de paciente, desafortunadamente, es el peor tratado. 

¿Cuáles son los síntomas de esta enfermedad?


C.S. Hay una fase asintomática, y otra con síntomas. El asintomático se identifica realizando una prueba que es el índice tobillo-brazo: midiendo presión arterial en las piernas y en los brazos. Es una prueba incruenta y fácil de hacer. Pero si no se identifica, más adelante en el paciente aparece la claudicación intermitente, que es cuando al caminar o subir cuestas, en situaciones que requieren un mayor aporte sanguíneo, se pone en evidencia la falta de perfusión apareciendo dolor en las extremidades inferiores por falta de riego. Característicamente desaparece el dolor al pararse, lo que ha dado pie al nombre popular “enfermedad de los escaparates”, porque el paciente disimula su necesidad de parar mirando un escaparate. 


Tiene una asociación muy potente con el tabaco, también es frecuente en diabéticos y suelen ser personas con una afectación vascular muy extensa. Se pone de manifesto, normalmente, en la edad media de la vida y más en varones. 

Share by: