ENTREVISTAS Dr. Julio Sánchez Álvarez

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Dr. Julio Sánchez Álvarez, jefe del Servicio de Medicina Interna y responsable de la Unidad de Lípidos del Hospital Universitario de Navarra (Pamplona)

"Navarra se encuentra entre los territorios con menor morbimortalidad cardiovascular de España"

FECHA DE PUBLICACIÓN: 09/02/2024

Un grupo de médicos y enfermeras posan para una foto. De izquierda a derecha: Dra. Ángela Gómez-Garduño, Dra. Iratxe Martínez de Narvajas, Dr. Sergio Arnedo, Dra María Bonilla, Dr. Julio Sánchez Álvarez y Dña. Lourdes Álvarez de Eulate.

De izquierda a derecha: 

Dra. Ángela Gómez-Garduño - Dra. Iratxe Martínez de Narvajas - Dr. Sergio Arnedo - Dra María Bonilla - Dr. Julio Sánchez Álvarez - Dña. Lourdes Álvarez de Eulate.

“Cuando aparece la enfermedad vascular periférica, se tienen que encender todas las alarmas y considerar que ese paciente es de muy alto riesgo”

La Unidad de Lípidos (UL) del Hospital Universitario de Navarra se creó en 2003, aunque la acreditación por parte de la SEA fue algo posterior. Al frente se encuentra el Dr. Julio Sánchez Álvarez, jefe del Servicio de Medicina Interna. La UL cuenta con otros cuatro facultativos, todos ellos internistas: las Dras. María Bonilla, Iratxe Martínez y Ángela Gómez, y el Dr. Sergio Arnedo. Además de la enfermera cualificada Lourdes Álvarez de Eulate. 


Esta UL nació para dar apoyo a Atención Primaria (AP) en el manejo del riesgo cardiovascular en general, y de los lípidos en particular. Y esta sigue siendo la principal vocación del equipo dirigido por el Dr. Sánchez. Porque es en AP donde se visitan y después se controlan a largo plazo la gran mayoría de pacientes en prevención cardiovascular, tanto primaria como secundaria.

 ¿La UL del Hospital Universitario de Navarra se puso en marcha por petición de la AP?


J.S. Los compañeros de AP pedían colaboración. Y pensamos que lo razonable era canalizar esa colaboración a través de una consulta monográfica y la creación de una unidad con personas que estuvieran especialmente interesadas en riesgo cardiovascular. Vimos que pacientes con potencial o evidente riesgo cardiovascular elevado no siempre estaban bien manejados desde AP. Y también percibimos que podíamos mejorar la atención de pacientes con daño vascular establecido, en prevención secundaria, especialmente pacientes con enfermedad arterial periférica, que siempre han sido un poco los olvidados de la enfermedad cardiovascular. También observamos un área de mejora en los pacientes coronarios porque, una vez terminada la atención por parte de Cardiología, detectamos que quedaba un hueco por cubrir en su seguimiento posterior.

Seguramente el tratamiento de la salud cardiovascular requiere de una atención más especializada de la que puede ofrecer la AP. 


J.S. AP es quien visita y controla a la mayoría de estos pacientes. Los pacientes que sufren un infarto son tratados por los cardiólogos, algunos de ellos acaban en rehabilitación cardíaca (en las comunidades que ofrecen este servicio, que no son todas). Se les hace un seguimiento intensivo durante un año por protocolo, y después, si no tienen complicaciones especiales, pasarán a AP de nuevo. Con los pacientes que han sufrido un ictus pasa lo mismo. Y los diabéticos también son seguidos por AP. Los compañeros de AP, además de que están sometidos a una presión importante, tienen que dar respuesta a todas las patologías que puede presentar el ser humano, y no forzosamente todos están actualizados o especializados en todas las áreas de conocimiento, porque es literamente imposible. Entonces, servirles de apoyo y colaborar con ellos es básico. Quizás no lo más lucido, pero es lo más importante. Y en eso trabajamos.

¿Cuáles son exactamente los pacientes que les son derivados?


J.S. Una parte del colectivo son pacientes en prevención primaria que no consiguen un control adecuado de los factores de riesgo o con intolerancia a fármacos, que es un motivo frecuente de consulta. 


Y, por otro lado, pacientes en prevención secundaria que han sido inicialmente tratados y seguidos en Cardiología o Neurología, muchos de ellos ahora con tratamientos específicos que, una vez dados de alta por parte de estas especialidades, pasan a nuestras manos para seguimiento del tratamiento, o para evaluación global del riesgo cardiovascular. 


Otra fuente de llegada son otras especialidades, fundamentalente Cirugía Vascular. En este caso son pacientes con enfermedad arterial periférica, de alto riesgo, y que a veces no están lo bastante controlados o tenidos en cuenta del mismo modo que los pacientes coronarios, por ejemplo. 

¿Qué es exactamente la enfermedad arterial periférica? Quizás es poco conocida o comprendida entre la población en general...


J.S. A veces no es comprendida lo suficiente ni por parte de nosotros mismos, los médicos. Igual que la arteriosclerosis es un fenómeno que se produce en las arterias coronarias y su complicación puede producir una angina de pecho o un infarto de miocardio, la enfermedad arteriosclerótica se puede producir en otros lechos arteriales, por ejemplo, en las extremidades inferiores, en las carótidas o en las arterias renales, y a esto llamamos enfermedad arterial periférica. Puede dar lugar a complicaciones muy graves como isquemia e incluso amputaciones. 



Y lo peor es que un paciente que llega a sufrir esta enfermedad, seguramente también va a tener daño coronario o en otros territorios donde ha podido pasar desapercibido hasta entonces. Cuando aparece la enfermedad vascular periférica en una extremidad inferior, se tienen que encender todas las alarmas y considerar que ese paciente es de muy alto riesgo.

Además del asistencial, ¿qué otros objetivos se plantean en su UL?


J.S. Lo principal es la asistencia, pero también la investigación. Hemos colaborado en ensayos clínicos multicéntricos en fase 3 de muchas terapias para tratar las dislipemias. Es importante participar en este tipo de estudios porque te hace mejor profesional a la hora de trabajar en la asistencia.

¿Cuál es la situación respecto a salud cardiovascular en la comunidad de Navarra?


J.S. Navarra se encuentra entre los territorios de menor morbimortalidad cardiovascular de España, somos afortunados.

¿Qué es lo que favorece esta situación mejor que en otros territorios españoles?


J.S. Los hábitos de vida influyen. En Navarra se hizo un estudio hace unos años para observar la salud cardiovascular y lo que llamaba la atención es que los niveles de HDL (colesterol bueno) estaban por encima de la media. Pero seguro que este hecho está enmarcado en unos hábitos dietéticos bastante saludables, porque en Navarra el consumo de verdura y de fruta está también por encima de la media española. Y es una población que no es especialmente obesa, comparada con la media del país. Posiblemente, la suma de todos esos parámetros, y quizás factores genéticos, hacen que la situación de Navarra sea mejor que en otras comunidades.

¿Han observado diferencias entre hombres y mujeres en su territorio?


J.S. Hasta ahora sí las había, en el sentido de que las mujeres se mueren de enfermedad cardiovascular también, pero más tarde que los hombres. Esto es así en todo el país en general, lo que ocurre es que en Navarra sucede un poco más tarde todavía, tanto en hombres como en mujeres. 


No obstante, no hay que bajar la guardia, pues es un hecho el aumento de ciertos factores de riesgo en las mujeres, como el tabaquismo o la obesidad, además de otros intangibles, como el estrés. 

¿El estrés se puede considerar una causa de enfermedad cardiovascular?


J.S. No cabe ninguna duda de que es un factor de riesgo. El problema es que no sabemos cómo cuantificarlo. Pero no hay ninguna duda de que lo es.

 “El tabaco puede multiplicar por 4 el riesgo cardiovascular, con lo cual el hecho de eliminarlo, ya supone un cambio radical del pronóstico de cualquier paciente”

¿De todos los factores de riesgo, como el tabaquismo, la hipertensión, la hipercolesterolemia, la diabetes y el estrés, ¿cuál es el que le preocupa más?


J.S. En lo que más deberíamos incidir, y a veces no podemos hacerlo en consulta por la limitación de tiempo, es en los hábitos higienicodietéticos. Hay que insistir en la dieta, el ejercicio y en la supresión del tabaquismo. Si consiguiéramos modificar adecuadamente estos tres factores, habríamos ganado muchísimo en la prevención de la enfermedad cardiovascular, independientemente de los otros factores sobre los cuales tendremos que actuar farmacológicamente. 


El tabaco puede multiplicar por 4 el riesgo cardiovascular, con lo cual, el hecho de eliminarlo, ya supone un cambio radical de pronóstico de cualquier paciente. Y si consiguiéramos incidir adecuadamente en la dieta y el ejercicio, que muchas veces iría unido a la pérdida de peso, también estaríamos actuando positivamente sobre el desarrollo de la diabetes o su evolución en el caso de que ya se haya diagnosticado. Estos tres aspectos son, de por sí, un tratamiento sin fármacos que, además, evitaría en muchos casos el consumo de medicinas, con el coste económico y también de calidad de vida que eso supondría. 

Respecto a la alimentación, se insiste en moderar la sal. ¿Por qué es tan negativa para la salud cardiovascular?


J.S. Pues es tan sencillo como decir que la sal mata. El consumo de sal no debería superar los 5 gr al día. Un americano se estima que consume sobre 13 gr al día, que es casi el triple. Se hizo un estudio en Estados Unidos que estimaba una disminución anual de 150.000-300.000 eventos cardiovasculares y 44.000-90.000 muertes, simplemente disminuyendo 3 gr al día en el consumo de sal. 


La sal es cloruro sódico y es un elemento que influye negativamente en la tensión arterial de muchos pacientes. Disminuir la tensión arterial se traduce directamente en mayor supervivencia cardiovascular. Hay que tener cuidado, en este aspecto, con el consumo de comida procesada y ya preparada, porque suele incluir cantidades de sal inaceptables. 

¿Y por qué hay que limitar también el consumo de carne roja?


J.S. Las proteínas que contiene la carne roja pueden ser tan buenas como las de cualquier otra carne o pescado. El problema es su contenido de grasa y grasas saturadas. Este tipo de carnes son muy grasas, aunque no veamos ni un hilo de grasa en la pieza de carne. Y por eso, no solo los pacientes coronarios, sino la población general, debe comerla de forma limitada.

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